sexta-feira, 4 de março de 2011

Efésios 3:8

Antes de que el Señor Jesús ascendiera a los cielos, exhortó a Sus discípulos a salir y predicar el evangelio por todas partes (Mt. 28:19; Mr. 16:15). Nosotros Sus creyentes llevamos esta carga con gozo, porque el poder que Dios tiene para salvar a todos los que creen en El está en el evangelio. La honra más elevada que el hombre puede tener es proclamar el evangelio a los hombres. El evangelio que proclamamos es abundantemente rico y extensivo; es el evangelio de Jesucristo. El apóstol Pablo lo dice claramente: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar a los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo” (Ef. 3:8). Así que, nuestro evangelio es simplemente Jesucristo mismo.

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